Quizá la montaña más peligrosa del mundo, en la época más severa para las ambiciones alpinas. Los polacos regresan al invierno de los Himalayas con una única idea en la cabeza, estimulada por su tesón y por la historia. El equipo que intentará el K2 en las próximas semanas, y que llegará a Paquistán para las navidades, pretende cerrar un círculo iniciado en 1980, cuando Krzysztof Wielicki escalara por primera vez una montaña de ocho mil metros en la estación fría, el Everest, iniciando así la última gran carrera en los gigantes asiáticos y un movimiento contracultural en Polonia que dio lugar a una de las grandes generaciones de alpinistas que han existido. Hoy solo resta la cima del K2 para completar la lista.
Esta expedición, liderada por el mítico Wielicki, de 67 años, lleva planificándose durante años. El equipo, ya de por sí curtido y resuelto, contará además con la participación de uno de los himalayistas de vanguardia por excelencia, Denis Urubko. El kazajo se encordará a tipos como Adam Bielecki, Janusz Golab or Artur Malek, punta de lanza del montañismo polaco. Un total de 10 hombres dispuestos a conquistar una de las últimas cimas del esfuerzo humano.
No se ha escatimado en logística para enfrentarse a los 8.611 metros que forman esta colosal y afilada mole del Karakorum. Más de 1.000 kilos de pertrechos llegarán al campo base, financiados en parte por el Ministerio de Deporte de Polonia, que ha contribuido con 275.000 dólares a la expedición, en la que también participarán 6 sherpas de altura de la agencia local Jasmine Tours.
El plan inicial será acometer la ruta de Tomo Cesen que recorre el espolón sur-sureste, aunque también evaluarán la posibilidad de seguir un trazado por la vertiginosa ruta de los Abruzzos que se estira por el arista suroeste. A las dificultades propias de una montaña que se ha cobrado un alto tributo de vidas en su historia, tendrán que sumar las complicaciones meteorológicas, que incluso en verano son mortalmente caprichosas, y el alto riesgo de avalanchas. Buena parte de su éxito dependerá del viento y deberán aprovechar las pocas ventanas de buen tiempo en las que encuentren rachas que ronden los 60 km/h para maximizar sus opciones de cumbre. El equipo no usará oxígeno suplementario, pero si un estilo pesado de ascensión, estableciendo campos de altura, para almacenar provisiones, y cuerdas fijas. Es decir, la única estrategia viable.
Krzysztof Wielicki en la década de los 80.
Intentos invernales
No han sido muchos los intentos al K2 en invierno, por razones obvias. El primer reconocimiento corrió a cargo de Andrzej Zawada y Jaques Olek en 1980. A pesar de la fiebre ochomílistica invernal que despertó aquella década, el K2 aún se consideraba un reto casi inasequible. En el 99, una expedición mayormente polaca, puso a 24 hombres en el campo base y alguno de ellos en el campo 3: un primer aviso a la montaña de que antes o después se tendrá éxito en esta feroz empresa.
Hasta que no entramos en el nuevo siglo no se sucedieron más envites relevantes. De nuevo los polacos lideraban un intento en el invierno de 2002, alcanzando el campo 4, unos nada desdeñables 7.650 metros. Nueve rusos pondrían toda la carne en el asador en el 2011, siendo rechazados por la montaña cuando habían alcanzado el segundo campo de altura y la siguiente expedición, una muy prometedora a cargo de Denis Urubko, perdieron su permiso de ascensión antes de poder lidiar con aquellas feroces laderas.
Para hacernos una idea de lo comprometido de esta nueva acometida os lanzamos algunos datos sobre el K2. La montaña ha visto un total de 396 personas en su cumbre, una cifra nimia si la comparamos con las más de 8.000 almas que han hollado el Everest. El K2 puede pasarse años sin que alguien vea el mundo desde su vértice definitivo; por ejemplo, después de 2002, sólo hubo cimas en 2014 y 2017. 84 alpinistas han fallecido en sus faldas, lo que la convierte en la montaña más mortal del mundo después del Annapurna.
Desde aquí le deseamos toda la suerte a la nueva expedición polaca que sin duda merece una buena oportunidad… en una actividad que ha marcado a todas sus generaciones de alpinistas desde los 80. La montaña se está mostrando con condiciones extrañas en los últimos tiempos, con un clima más cálido de lo normal y una nieve asequible. Este puede ser el año.