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Las montañeras toman la pantalla: Festival de Cine “Mujeres en la montaña”

El festival Femmes en Montagne se celebra en Annecy entre el 13 y 16 de noviembre y hasta el 5 de enero, para quienes prefieran acceder online

Begoña Santos Olmeda @begos_olmeda

4 minutos

Femmes en montagne festival films Foto: Sandrine Chiarena

Con tan solo 21 años, la francesa Alizée Lancon encontró en los deportes de montaña la terapia radical que necesitaba para plantar cara al trauma que la situación de maltrato vivido con su pareja le había dejado grabado en su cuerpo. Lo contó en el cortometraje A petit feu- A fuego lento. Nasim Eshqui, escaladora iraní, trata de alcanzar la libertad que nunca tuvo -en un país en el que no puede elegir ni la ropa que ponerse-, abriendo su propio camino en las montañas y luchando contra el silencio y el olvido de sus compatriotas (Climbing Irán- Escalando Irán, de Francesca Borguetti). Lidia Huayllas y Elena Quispe, forman parte de las ya bien conocidas cholitas escaladoras, mujeres indígenas bolivianas que escalan montañas vestidas con sus faldas tradicionales, las polleras, y que Jaime Murciego, siguió durante su expedición al monte más alto de Sudamérica, el Aconcagua, para hacer su largometraje Cholitas.

Todas estas mujeres, y muchas más, son las protagonistas del Festival de Cine Femmes en Montagne- Mujeres en la montaña, que tiene lugar todos los años en noviembre en Annecy, ciudad lacustre situada a los pies de los Alpes, en la Alta Saboya francesa. Este año, la cita será de manera presencial, entre el 13 y 16 de noviembre, o hasta el 5 de enero, para quienes prefieran acceder online.

 

La idea de crear este festival, con la voluntad como único recurso, fue de Tanya Naville y de su pareja Leo Wattebled. A través de su experiencia en la Federación Francesa de Montaña, Tanya había constatado la reducida presencia que las mujeres tenían en los deportes de montaña (alpinismo, escalada, esquí de montaña y de travesía…) y cómo su representación en los medios de comunicación tradicionales era más bien anecdótica. Tan solo los logros excepcionales eran considerados noticia, y, por tanto, las protagonistas femeninas no iban más allá de un puñado de atletas de élite, siempre las mismas, que si bien iluminaban el camino, resultaban modelos inalcanzables para la mayoría de las mujeres.

Tanya y Leo quisieron llegar a todas las mujeres e impulsar entornos mixtos en los deportes de montaña cotidianos. Que las mujeres que no disfrutaban de la montaña por limitaciones autoimpuestas -me voy a quedar atrás, no voy a ser capaz- o por las dudas sembradas por su entorno -no eres suficientemente resistente, este deporte no está hecho para ti-, se fortalecieran con las experiencias de otras mujeres que ya habían dado el paso y, así, soñaran con metas hasta entonces inimaginables.

También fueron conscientes de la situación social de privilegio, cuando menos por comparación, en la que se encuentra un buen número de personas que practican deportes de montaña y se propusieron dar visibilidad a todo tipo de mujeres, para ir más allá de las representaciones de las clases medias occidentales, perfil habitual en los festivales de cine de montaña.

Y buscaron un canal para ello. A pesar de no tener experiencia, apostaron por el ámbito audiovisual, creyendo en su capacidad de crear comunidad alrededor de una pantalla. En 2019 iniciaron el Festival de cine Femmes en Montagne, gestionado por la asociación del mismo nombre, con dos categorías bien diferenciadas: una oficial, con películas internacionales y nacionales, y otra de cortometraje amateur. Querían dar visibilidad a las protagonistas femeninas, que tan dificultosamente aparecían en los festivales de cine tradicionales. Y, además, a través de los cortometrajes, ofrecer un espacio para que cualquier mujer que practicara un deporte de montaña pudiera participar con su propia historia, compartir su vivencia, sus miedos y sus logros con otras mujeres, ávidas de referentes.

Desde 2021, el festival Femmes en Montagne ha crecido gracias a la actividad del voluntariado (hasta cincuenta, en la actualidad) y a algunas empresas patrocinadoras. En la edición de 2025, el propósito es consolidar las sesiones presenciales, que el año pasado contaron con alrededor de 1.500 asistentes, y ampliar el horizonte del festival online a nuevos públicos de todo el mundo, incluida España.

Aude Amblard, voluntaria entusiasta del festival desde que se mudó a Chamonix en el año de la pandemia, explica cómo se inicia la preparación del mismo: un intenso visionado de las más de 100 películas que se presentan cada año (115 este año) y la selección de unas 30, que se organizan en una programación equilibrada y atractiva, y que se muestran durante los cuatro días que dura el evento. Se aceptan películas en cualquier idioma, que luego se subtitulan al francés. Aude, además, destaca la accesibilidad del festival para las personas sordas gracias una intérprete de lengua de signos, un servicio que fue utilizado el año pasado por una veintena de asistentes al festival.

Todos los años se invita a las directoras y directores de las películas, y aunque los recursos son limitados, ya han tenido visitas desde Estados Unidos, Nepal y Marruecos. Las conversaciones con el público en presencia de creadores e intérpretes provocan catarsis colectivas, rezuman esperanza y espolean las ganas de más montaña. El impacto del festival ha sido tal, que algunos directores tratan no solo de incorporar personajes femeninos en sus películas, sino también a mujeres profesionales del medio audiovisual durante el rodaje de sus producciones. Además, otros festivales de cine de montaña contactan regularmente con la asociación, pidiendo recomendaciones de películas con presencia de mujeres en roles principales para completar su programación.

Pero la ambición del evento no termina aquí. Más allá del cine, el objetivo del festival es trascender el ámbito de la montaña para tejer redes entre mujeres a través de una comunidad digital. Una comunidad de mujeres para promover la igualdad, que quizás se diferencien en todo (origen, clase social, edad, forma de ver la vida… ), pero que comparten una gran pasión: la montaña.

Begoña Santos Olmeda. Escritora. Autora de "Mujeres que mueven montañas"