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Luces y sombras de un verano en el Broad Peak

Murtaza Sadpara estuvo a punto de morir en un ochomil. En vez de eso, será el primer porteador de altura paquistaní tratado por sus congelaciones en España, gracias a una cadena de solidaridad montañera impulsada por los alpinistas Lukas Woerle y Alex Txikon

Jorge Jiménez Ríos

6 minutos

Luces y sombras de un verano en el Broad Peak

Suceden muchas cosas en un verano en el Karakorum. Suceden cosas triunfales, y suceden cosas terribles y miserables. Si la naturaleza allí ya es implacable, el ser humano llevado a sus extremos es todavía más tenaz. No es esta una historia de buenos y malos; los hay muy buenos, y los hay que sencillamente no entienden lo que significa una montaña.

Nos vamos a julio de 2023, a las laderas del Broad Peak, alrededor de los ocho mil metros, allí donde el aire se fragmenta en cristales irrespirables. Murtaza Sadpara, porteador de altura de 21 años, se encuentra en una situación crítica. Las congelaciones se han hecho presa de sus manos, y su mente ha empezado a fallar. Ha llegado hasta allí guiando a dos clientes mexicanos para la agencia Blue Sky, pero el tiempo y la meteorología se les han echado encima. Los partes que prometían una jornada de ataque asequible han fallado. La montaña se ha convertido en una trampa. Apenas quedan unos metros para la cumbre, pero suponen toda una vida. Los dos clientes deciden continuar hasta la cima, mientras Murtaza se queda a su suerte, varado y casi sin ninguna posibilidad de salir con vida por sus propios medios.

Local de Sadpara, Murtaza Ghulam tiene dos hijos, una esposa y unos padres de los que ocuparse, por lo que lleva varios años trabajando en estas montañas. Desde luego, tiene condiciones y genes para ello. Es sobrino del desaparecido Ali Sadpara, un alpinista del copón y héroe local que entre otras cosas firmó la primera ascensión invernal del Nanga Parbat junto a Alex Txikon y Simone Moro. El joven Murtaza ha acumulado experiencia porteando el equipo de sus clientes y fijando cuerdas. Básicamente se dedica a facilitar las ambiciones de otros, a riesgo de su pellejo, en un terreno abrumadoramente peligroso. A cambio recibe algunas migajas del presupuesto de una expedición, que hoy asciende a un dineral entre permisos, vuelos, material y estancia en el Campo Base. Sin olvidar el Wi-Fi, claro. Habría que destacar también que el seguro que cubre a este tipo de trabajadores en Paquistán solo se activa en caso de fallecimiento. Así que debe un uno procurar volver a casa con todos los miembros.

Pero Murtaza se ha quedado solo en la montaña, en un caso que recuerda bastante al de Muhammad Hassan, fallecido unos días atrás en el K2, en el infame Cuello de Botella, mientras varios alpinistas pasaban a su lado sin socorrerle, camino de la cumbre. Ese suceso acaparó titulares por todo el mundo y provocó numerosas reflexiones en el seno del alpinismo mundial. Tal vez de Murtaza no hayáis leído nada. Y si no es porque todavía hay auténticos montañeros en aquellas latitudes el final de su historia sería muy diferente.

Murtaza apenas puede articular palabra, no puede andar y ha empezado a olvidar hasta su nombre. Lo que si logra es distinguir es el traje de plumas amarillo que se le acerca, despacio, siguiendo la ruta marcada por las cuerdas fijas. Se trata del austriaco Lukas Woerle, cuyo plan pasaba por llegar a la cumbre y tratar de descender en parapente. Hasta ahora. "No hubo ningún tipo de duda. Allí había un hombre con mal de altura, escupiendo sangre, y sin poder valerse por sí mismo. La única opción era ayudarle", explica el alpinista. "No puede haber ningún tipo de duda al decidir entre una vida humana y una cumbre".

En el centro, Murtaza Sadpara tras su llegada a Bilbao

Lukas ascendía sin utilizar oxígeno artificial, por lo que la labor de socorrer a alguien a esa altitud se convierte en una auténtica batalla por la vida. Su compañero, el reputado Horia Colibasanu ascendía por delante de él, tomando una ruta diferente para evitar las cuerdas y el tráfico, por lo que no tiene constancia de lo que sucede. Lukas debe tomar las decisiones muy rápido. Llama a su familia para pedir auxilio médico y provisiones, y la alerta llega pronto al Campo Base. A duras penas logra empezar a descender con Murtaza en dirección al Campo 3. La suerte por fin se alía con ellos, y se encuentran al americano Dan Buonome, que porta medicamentos y oxígeno, y se une al grupo para ayudar en el descenso. Les lleva el resto de la jornada encontrar las tiendas, pues la ruta de vuelta se esconde entre la niebla. A 7.100 metros se encuentran con el guía Stefan Fritsche que acude para unirse al operativo y les guía hasta el campo de altura. Son nueve horas de un extraordinario esfuerzo y pericia alpina. Han logrado salvar la vida de Murtaza, que pronto estará de regreso en el CB, desde donde será trasladado al hospital en Skardú.

Hemos llegado solo hasta la mitad de esta historia que espero os devuelva un poco de fe en la solidaridad humana.

Murtaza pasa una semana en el hospital, sus manos no se recuperan, y acaba recibiendo el alta sin apenas tratamiento que le ayude. No es solo dolor lo que siente, el futuro ahora es muy incierto. Como compensación, sus clientes le han dado algo de dinero. Unos 400€ al cambio. Tal vez menos. La situación es penosa. Por suerte, de ello están al tanto Alex Txikon y el canadiense Louis Rousseau, que pronto empiezan a mover hilos para conseguir un visado en tiempo récord. Van a llevar a Murtaza al Hospital Universitario de Cruces, en Bilbao, donde se convertirá en el primer porteador paquistaní que recibe tratamiento en España. Todo el presupuesto para las gestiones y los vuelos sale de su propio bolsillo. Y posiblemente también el tratamiento médico, que ascenderá a varios miles de euros.

Manos de Murtaza Sadpara tras descender del Broad Peak

Ishaq, un amigo de Alex de origen paquistaní, nos da más detalles por teléfono, desde el coche, camino del hospital, justo antes de que Murtaza sea ingresado, mientras Alex Txikon los guía por la ciudad. "Murtaza está muy preocupado, si ya no puede trabajar ni mantener a su familia, tal vez su mujer le deje. Tiene 21 años, debíamos encontrar la manera de ayudarlo. ¡Y mucha gente nos esta apoyando! Vamos a lanzar una recaudación también, para que todo el mundo que quiera pueda ayudarle". Las indicaciones de Alex se cuelan en la conversación. Y alguna reflexión. "Nos gustaría llevar a Murtaza a contar su historia en algunas conferencias por España, para que cuente todo lo que sucede allí, a ver si sacamos lo suficiente para que vuelva a casa y tenga un trabajo y un futuro".

Akhond  Ishaq lleva más de una década en España, desde que vino con Alex tras una trágica expedición invernal en los Gasherbrums. Era cocinero para los alpinistas con la agencia Adventure Pakistan, y esa labor la continuó en Bilbao donde ahora regenta un excelente restaurante vegano, el Garibolo. También tiene dos hijos, así que su empatía con Murtaza es inevitable. "Recuerdo como fue en 2011, en el invierno del Karakorum, acababa de perder tres amigos, no sabía que iba a ser de mi vida y era muy pobre... Alex me agarró la mano y me dijo que me fuese con él. Al principio pensaba que era mentira, que luego volvería a Skardú y se olvidaría. Pero era real, aunque seguía pensando que era imposible. Me dijo que no quería que muriese un día allí también. Logró hacer todos los papeleos y de pronto estaba en Bilbao, sin saber el idioma, sin saber decir ni cebolla, trabajando en hosteleria. Ese es el tipo de espíritu que necesitamos en las montañas y en todo el mundo".

El alpinista Alex Txikon

Murtaza ya está recibiendo tratamiento en el Hospital de Cruces, tras un viaje vital tremendo. Por suerte esta historia no tiene un final, pues queda mucho camino por recorrer. Y algunas cosas que cambiar.  "Hay muchos más casos así cada verano", apunta Ishaq, describiendo después algunas de las penurias a las que se enfrentan los porteadores de altura. Ciertamente habría que mejorar mucho sus condiciones, pero lo que nunca debería faltar es solidaridad montañera. Quizá lo expresen mejor estas palabras de Lukas Woerle: "Debería estar en nuestra naturaleza, en la de cualquiera que acuda a las montañas, lo primero es siempre regresar a casa, ayudar a los compañeros... todos esos valores que implica el alpinismo nunca pueden olvidarse por una cumbre, porque entonces deja de ser alpinismo".

Alex ha querido compartir una lista de agradecimientos para todos los que han hecho posible que Murtaza sea tratado en nuestro país, que detallamos a continuación. En cuanto esté disponible compartiremos con vosotros el Crowfunding para ayudar a Murtaza y su familia. "Queremos agradecer la ayuda de Nissar Abbas, Sayid Sadpara, Dr. Rana Hassan, Jose Antonio de Ory Peral (Embajador de España en Paquistán), Eneko Garamendi, Sebastián Álvaro, Patricia Martín, Eduardo Pérez García, a Aritxiyo y Nahia (que llevan dos noches con Murtaza en el hospital) y a todos los médicos del Hospital de Cruces".

Para quien desee colaborar económicamente con Murtaza y su familia os dejamos los detalles de la cuenta creada para la recaudación.

  • Nombre y apellidos: Murtaza Ghulam
  • IBAN: ES18 2100 4979 8507 0000 0711

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