Hemos terminado nuestro día de actividad en la montaña, estamos algo cansados y satisfechos. El cielo rosado se va oscureciendo y todo se vuelve más tranquilo y sereno. Sin embargo, cuando la jornada parece haberse terminado, comienzan a aparecer en el cielo algunos puntos brillantes, a veces la Luna, y en poco tiempo la naturaleza nos ofrece uno de sus tesoros más preciados: el maravilloso cielo nocturno. Miles de estrellas, planetas, la Vía Láctea, nebulosas y galaxias que nos recuerdan que el medio natural no sólo se encuentra bajo nuestros pies en nuestro planeta, sino también sobre nosotros, en la bóveda celeste. Y qué mejor sitio para disfrutarlo que en un bonito espacio natural.
En la montaña, en el claro de un bosque escuchando las aves nocturnas o junto a un río podemos adaptar nuestra actividad para combinarla con la observación de las estrellas y completar así una jornada con una vivencia de primer nivel.
En este artículo vamos a contarte cómo planificar una sesión de observación astronómica en la naturaleza y algunos trucos para orientarte en el cielo nocturno.
Naturalistas de la noche
Como ocurre en el resto de la Naturaleza, el cielo cambia constantemente. Cada día la luna sale cuarenta minutos más tarde. Los planetas, más lentos que la luna, trazan noche a noche elegantes recorridos entre las estrellas, y éstas a su vez se adelantan cuatro minutos en la hora de su salida, o lo que es lo mismo, una hora en dos semanas. Pero no acaba ahí el movimiento: los satélites artificiales, brillantes como astros, se mueven rápidamente en la esfera celeste, incluida la Estación Espacial Internacional tan brillante como Venus, visible muchas noches viajando a gran velocidad de Oeste a Este. En fechas señaladas, aparecen las lluvias de meteoritos, tan pequeños como granos arroz, que incendian el aire que les rodea al entrar en la atmósfera formando las preciosas estrellas fugaces. Y, por supuesto, la contemplación de un eclipse de luna o de sol, que constituye una de las experiencias más bonitas sobre todo si se ha elegido bien el lugar de observación. Un cielo cambiante en el que merece la pena sumergirse. En palabras de Carl Sagan “… desde la superficie de la Tierra, en la orilla del océano cósmico.
Preparar una observación
Antes de lanzarse a la observación astronómica es recomendable hacer una serie de preparativos para que resulte una buena experiencia y no llevarnos chascos. Aquí tienes algunos consejos útiles:
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Consulta minuciosamente la predicción meteorológica, ya que si la probabilidad de nubes es alta tendrás que aplazar la observación.
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Planifica tu horario conociendo la hora del ocaso del sol para ese día. Ten en cuenta que habrás de esperar una media hora más para empezar a ver astros. Si vas a observar la luna consulta también su hora de salida o puesta.
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Determina con antelación los objetivos. Al principio bastará con reconocer tres o cuatro constelaciones y algún planeta. Consulta su posición para ese día en Internet o en alguna guía e intenta “cazarlos".
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Una linterna es necesaria pero para no deslumbrar nuestras pupilas hay que utilizar luz roja. Algunas linternas la llevan incorporada, si no, cúbrela con papel celofán rojo.
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Si vas a utilizar una aplicación de Smartphone configura la pantalla de la aplicación en modo nocturno.
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Es recomendable anotar en la propia guía o en un cuaderno de campo los hallazgos realizados, o la posición de algunos objetos que nos hayan llamado la atención, para identificarlos luego tranquilamente en una guía.
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Coloca fundas de plástico para las hojas que lleves al campo porque la humedad de la noche afecta mucho al papel.
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Recuerda que el cielo se “mueve" durante la noche a razón de 15 grados cada hora, por lo que algunas constelaciones de tu interés pueden ocultarse en poco tiempo.
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Lleva siempre comida y bebida caliente si es posible. El cuerpo se queda frío después de un rato de observación.
Elegir el lugar de observación
Una buena parte del éxito de la observación depende del lugar elegido. Tanto si es en la montaña como en un sitio llano han de tenerse en cuanta unos factores básicos para no echarlo todo a perder cuando llegue la noche.
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Por supuesto evita las afueras de las ciudades o pueblos. La contaminación lumínica de las farolas te impedirá ver la mayoría de las estrellas.
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Evita también, en la medida de lo posible, la luz directa de casas, coches o urbanizaciones, aunque estén lejos. Puedes utilizar como pantalla árboles o rocas para que no nos deslumbren.
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No necesitamos el horizonte totalmente despejado de obstáculos para observar. El fondo de un valle o un claro en el bosque también son lugares perfectos.
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Las zonas altas de montaña o atalayas de observación naturales suelen estar venteadas, lo que puede hacer de la observación una experiencia dura, sobre todo en invierno.
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Si no vas a vivaquear en el lugar de la observación tendrás que tener en cuenta el camino de vuelta, y prever sus dificultades al tener que hacerlo de noche.
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Y ¡vigila las mochilas! A algunos animalillos les encanta hacerse con la comida de los astrónomos.
Con los niños
El cielo nocturno es un estimulante de la imaginación. En la primera noche les encantará formar constelaciones buscando sus propias formas. Se divertirán y a la vez se les quedará grabada la posición de los astros. Un ejercicio divertido consiste en buscar la Vía Láctea, cazar algún planeta y seguir el brillo de un satélite artificial. También podemos Jugar con ellos a adivinar la edad de las estrellas por su color. Las azuladas son las más jóvenes, las blancas son de mediana edad, y las anaranjadas las más viejas.
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