La mayor concentración de volcanes en el planeta, descubierta por un equipo científico, bajo el hielo del continente helado. Sabemos que la Antártida sigue ofreciendo misterios para la ciencia y la exploración, pero a veces nos deja igualmente sorprendidos. Así debieron de sentirse también los miembros del equipo de la Universidad de Edimburgo, que hallaban 91 volcanes desconocidos, y sobre los que habrá mucho trabajo de investigación para determinar, entre otras cosas, cómo de activos están y que desastres naturales podrían llegar a ocasionar.
El proyecto de investigación ha revelado que la mayoría de estos volcanes se encuentra bajo la gran banquisa de hielo que cubre la parte oeste de la Antártida. El mayor miedo de los investigadores sería descubrir que estos volcanes están activos, con lo que una erupción potencial podría tener un efecto devastador sobre la capa de hielo, iniciando una rápida sucesión de descongelamiento, lo que a su vez repercutiría en un rápido incremento del nivel de los océanos en todo el mundo, mucho más alarmante que el que se está produciendo por el cambio climático. Por el momento no hay ningún indicio de una erupción inminente, pero el equipo escocés ya ha puesto en marcha su proyecto de investigación sobre la actividad de estos volcanes, una tarea que en su opinión no puede demorarse.
Este proyecto comienza con una sencilla pregunta. Los geólogos conocían la existencia de 47 volcanes sobresaliendo del hielo de la Antártida, pero a nadie se le había ocurrido echar un vistazo a los espacios ocultos bajo la masiva capa de hielo. Por tanto ¿cuántos más podrían ser todavía descubiertos? Para responder esta pregunta, el equipo de investigadores analizará los datos recogidos por otros proyectos que hayan usado radares para penetrar bajo la superficie.
Este descubrimiento confirma esta sección de la Antártida como el hogar de la mayor concentración de volcanes de todo el planeta, por encima de la dorsal volcánica de África. El informe también ha medido la altitud de estas montañas, llegando alguna de ellas a los 4.000 metros desde su base.
Otro de los mayores temores de los científicos es que esta reducción del hielo de la Antártida producida por el cambio climático pueda reducir la presión sobre los volcanes, llevándolos a estar activos de nuevo, despertando la actividad sísmica en la región y acelerando los procesos de deshielo. Parece una posibilidad para el futuro, aunque también sabemos lo rápido que sucede todo en la Antártida, donde, por suerte, la ciencia sigue su apogeo.