El calzado de montaña es el compañero común de senderistas, escaladores, excursionistas y peregrinos del Camino de Santiago y aficionados a la naturaleza. Aparte de buscar buen precio, comodidad e impermeabilidad hay otras cuestiones importantes que suelen pasarse por alto, éstas son algunas de las más desconocidas.
1) ¿Ofrece una pisada natural? Si la bota o zapatilla flexiona frontalmente por una parte diferente a donde lo hacen tus dedos tendrás un serio problema. Puedes detectarlo con relativa facilidad en el punto de venta, apoyando la puntera de bota vacía y haciendo una fuerza moderada en el talón, sin excederte para no dañar el producto ni que caiga la legítima regañina del vendedor. Una flexión atrasada respecto a tus dedos suele ir asociada a más asociada a calzado económico o de fabricantes no especializados.
2) Evita tacones altos, especialmente en las zapatillas. Algunos modelos de nueva generación incluyen tacones exteriores o apoyo en talón sobre elevados de 2 a 3 centímetros más de lo normal. Eso se traduce en mayores posibilidades de torcerte el tobillo.
3) ¿La entresuela ofrece suficiente protección? Una entresuela demasiado blanda ofrecerá un buen tacto o sensibilidad sobre el terreno que pises, pero fatigará demasiado la planta del pie en senderos pedregosos, en apenas dos o tres horas podrías sufrir diversos daños e inflamaciones. Si pesas más de 80-85 kilogramos, acostumbras a llevar mochilas que exceden los 10 kilogramos o frecuentas la alta montaña, debes optar por opciones más rígidas. La información sobre la composición de las entresuelas y su grado de rigidez puedes encontrarla en las páginas web de los mejores fabricantes. Ten en cuenta también que el calzado demasiado rígido resultará contraproducente para recorridos fáciles de gran longitud (como el Camino de Santiago o buena parte de los senderos de baja montaña o costas).
4) ¿Dónde está fabricado? En el interior de la lengüeta suele aparecer el país de origen, muy a menudo China, Vietnam u otros países orientales. Consumir calzado fabricado a 10.000 kilómetros de nuestro país genera mayor impacto (huella de carbono e hídrica) al medio ambiente que optar por productos hechos en España o países cercanos. Sin embargo debe tenerse en cuenta que aún más importante que comprar productos de proximidad es que sean lo más duraderos posible, algo difícil de conseguir si optamos de continuo por modelos de bajo coste. Piensa también que en la producción de calzado muy barato siempre hay alguien en la cadena de producción o distribución que no cobra un mínimo digno, lo que genera pobreza y sufrimiento.
5) Numeración más pequeña de la teórica o calzado demasiado estrecho. A veces nos damos cuenta demasiado tarde de que la zapatilla o bota nos comprimen lateral o longitudinalmente. No hemos acertado con la numeración pese a que la talla indicada en la caja era la nuestra. En plena marcha conseguirás que te oprima menos si retiras ambas plantillas. Esa ganancia de un par de milímetros puede suponer un gran alivio. Con suerte, si es calzado nuevo poco robusto, darás de sí ligeramente la horma y podrás reponer las plantillas en su sitio posteriormente. De lo contrario te tocará regalar tu calzado a algún amigo/a o venderlo.