Cuando en noviembre de 2006 Adam Ondra encandenó Martin Krpan, un 9a de la escuela eslovena de Misja Pec, algo cambió para siempre en el panorama vertical. Tenía 13 años y acababa de firmar el noveno grado más precoz de la historia, demostrando que la edad es sólo un número más dentro del batiburrillo de cifras que se mueven en la escena de la escalada. A Alex le siguieron otros mutantes adolescentes como Alex Megos o la americana Margo Hayes y las nuevas generaciones entendieron que la experiencia se puede construir a través de hitos. Y en eso andan Jaume Peiró, de 19 años, y Álex González, que aún no ha vivido 17 primaveras. Nacidos en Valencia y Madrid respectivamente, esta prometedora cordada quiere entrar fuerte en las crónicas alpinas y para ello se han propuesto un viaje de tres meses por Sudamérica para repetir algunas de las rutas más icónicas de Brásil, Perú y Bolivia.
De la vertiente Este de La Esfinge (5.234 m) a la cara Norte del Monte Saturno, el dúo se aventurará en oceánicos big walls y cumbres de cinco y seis mil metros en busca de terrenos de aventura donde dar rienda suelta a la vehemencia de la juventud. No podía faltar la compañía de un cámara de rigor para documentar y compartir su odisea alpina, algo imprescindible si uno quiere ganarse la notoriedad en los días que corren. Aunque quizá sería más interesante que se les atribuyese el mismo mérito por combinar su ambición deportiva con varios proyectos sociales centrados en cooperar con las comunidades de escaladores locales.
Buscamos destinos que no estén masificados y que impliquen un poco de exploración.
Además de repetir algunas de las vías más clásicas de cada región, la intención de Jaume y Álex pasa por dejar un buen legado de nuevas rutas, siempre que las montañas se muestren benignas con sus intenciones. El currículum les acompaña: Jordania, Marruecos, Patagonia, Canadá o los Alpes han vivido sus inmersiones en lo salvaje, como también lo hacía ese símbolo del granito que es El Capitan de Yosemite, donde se apuntaban esas clásicas imprescindibles que sonThe Nose y Salathé. Más cerca de casa, la cordada era capaz de escalar las cuatro caras del Naranjo de Bulnes en apenas 9 horas. Visto lo visto, se nos ponen los ojillos vidriosos pensando en el futuro que les espera y que, con suerte, podremos ir contando y admirando desde nuestras pequeñas pantallas.
¿Cuáles son vuestros principales referentes en la montaña?
La verdad es que nunca lo hemos pensado. Sí que nos gusta seguir la historia de la escalada y siempre la tenemos muy presente a la hora de viajar y escoger destino, pero no somos de tener ídolos.
¿Qué primáis a la hora de escoger vuestros proyectos?
Buscamos destinos que no estén masificados y que impliquen un poco de exploración. También nos gustan las vías con cierto compromiso y por supuesto, de escalada tradicional. Ahora nos estamos metiendo en el mundo de la escalada en hielo y mixta. Nos gusta también que el lugar de destino sea bueno para viajar y conocer distintas culturas.
Sois muy jóvenes pero con una amplia experiencia en grandes paredes… ¿de dónde surge esta pasión por el Big Wall?
De probar. Siempre nos ha llamado la atención el subir a ciertas cumbres y muchas de ellas exigen escalar una gran pared. Ya desde que empezamos a entrenar, nos gusto mucho eso de dormir en pared y progresar como se pudiera. Cuando nos hemos plantado en un Big Wall de verdad nos ha encantado.
¿El Capitán o el Naranjo de Bulnes?
Esta es una pregunta muy difícil de responder. Al Naranjo de Bulnes le tenemos un especial cariño porque la primera pared “de verdad" que escalamos fue su cara Oeste. Además, hemos tenido en la cabeza el proyecto de las cuatro caras durante mucho tiempo. Es nuestra pared preferida en España. Pero El Capitán es El Capitan, en pocos lugares hay 1.000 metros verticales de pared. Lo que sientes escalando El Capitán, no lo hemos vivido en otro sitio.
Como cordada, ¿cuáles son vuestros puntos fuertes y débiles?
Somos una cordada en la que ambos encadenamos séptimo grado en deportiva y no tenemos ningún problema con los sextos de autoprotección en pared y esto es una gran ventaja. Por otro lado, los dos escalamos bastante rápido y creemos que la velocidad es lo más importante dentro de la escalada en pared. Quizá nuestro punto débil sea la falta de experiencia en los viajes. Solo llevamos dos años viajando y a veces esto se nota.
¿Cómo os conocisteis?
La primera vez que nos vimos fue en competiciones nacionales de escalada de dificultad, sin embargo, fue por Instagram cuando hablamos por primera vez. A las semanas de empezar a hablar, sacamos un vuelo a Malta para pasar allí una semana. A raíz de ese viaje empezamos nuestra relación.
Hoy por hoy muchos escaladores se ven influenciados por números, ya sea grados, cantidad de vías o cumbres, tiempo, dejando en un segundo plano lo que realmente aporta valor a la actividad, el hecho de superarse, disfrutarla y mejorar día a día, sin hacer de ella una lucha de egos.
Vuestra expedición en Sudamérica es un proyecto ambicioso en sí mismo, pero ¿se trata de una forma de preparación para algún proyecto mayor que tenéis en mente para el futuro?
Efectivamente ya es un viaje bastante potente y ambicioso, pero siempre está presente el mejorar y prepararse para algo de mayor nivel. En concreto, hacemos este viaje centrándonos en conseguir los objetivos planteados y disfrutar del verano, quedando el entrenamiento para futuros proyectos en segundo plano. Sin embargo, podemos decir que sí que hay proyectos futuros, que son más ambiciosos y que este viaje nos va a ayudar a conseguirlos.
¿Es la montaña una buena escuela?
La mejor. La montaña te hace aprender y madurar muchísimo. Al final, es un ambiente en el que te juegas la vida constantemente y esto cambia tu forma de ver las cosas. Es una afición estupenda, que además de atraparte, te ayuda a gestionar mejor el tiempo. En nuestro caso, nos ha ayudado mucho a estudiar.
¿Cómo creéis que ha cambiado el mundo de la escalada con la irrupción de nuevas tecnologías como las redes sociales? Es más sencillo llegar a la gente, pero por otro lado ¿es más difícil destacar ante la cantidad de información que se comparte?
Las redes sociales y la tecnología han pasado a ser el motor del mundo, y en la montaña y la escalada no iba a ser de otra forma; hasta hace pocos años eran pocas las revistas y medios especializados, y a día de hoy cada vez son más. Instagram, Facebook, Twitter… son herramientas que con un uso correcto te pueden hacerte triunfar, al fin y al cabo es una puerta que te hace llegar a tantas personas como tú mismo seas capaz de captar, y ahí es donde entran en juego las virtudes de cada uno y su forma de comunicar sus experiencias. Aunque bien es cierto que muchas veces las actividades más punteras se quedan atrás por no tener tanto alcance en estas redes y otras que quizás no lo sean tanto pero estén mejor comunicadas llegan a muchísimas más personas.
Alex Honnold, Adam Ondra, Alex Megos… ¿cómo veis la escena actual de la escalada?
Al igual que todos los deportes, la escalada está experimentando una gran evolución ya sea por la influencia de su recientemente inclusión en los JJOO o por la visión que tienen de ella las nuevas generaciones y personas que se inician en este deporte. Hoy por hoy muchos escaladores se ven influenciados por números, ya sea grados, cantidad de vías o cumbres, tiempo, dejando en un segundo plano lo que realmente aporta valor a la actividad, el hecho de superarse, disfrutarla y mejorar día a día, sin hacer de ella una lucha de egos.