4.000 kilómetros en trineo de perros por Baffin

Jorge Jiménez Ríos

4.000 kilómetros en trineo de perros por Baffin
4.000 kilómetros en trineo de perros por Baffin

Tierra de Baffin. La isla de la piedra plateada, contornos cincelados por las aguas árticas del extremo noreste de Canadá. Sólo cerca de once mil habitantes, en su mayoría de origen nativo, habitan en sus orografías de carácter nórdico. Uno de esos rincones del mundo donde la aventura no sólo es bienvenida, es necesaria. Así pensaban Sara McNair-Landry y Erik Boomer cuando ataban 16 perros a sus trineos para completar los 4.000 kilómetros de circunnavegación que requieren sus paisajes, culminada a principios de este junio.

La expedición ha supuesto cuatro meses de esfuerzos, bregando con horizontes difusos y condiciones meteorológicas volubles; desde progresar sobre hielo bajo una tormenta, a cruzar ríos y cañones de roca, toda una prueba para la versatilidad de sus canes. Y la paciencia, superando jornadas de avanzar apenas unos kilómetros en los pesados entornos costeros, donde el viento y el capricho del océano impedían un avance regular. “El hielo era pésimo sobre el océano, así que fuimos trazando una ruta más tradicional por el interior, gracias al consejo de un amigo cuyo abuelo viajó por esta zona”, reconocía el equipo en su página web.

baffin island

Los antecedentes han sido importantes para la expedición, tanto que la propia idea surgía de los padres de Sarah, Paul Landry y Matty McNair, que llevaban a cabo esta misma expedición hace 25 años.

Y aunque sean los humanos quienes interrumpan el derivar de la soledad en aquellas latitudes, los perros han sido igual de protagonistas en esta campaña ártica por sobreponerse a la adversidad. Los animales de tiro no solo han supuesto una compañía constante y una inspiración, su valor como compañeros de viaje va mucho más allá de la potencia de sus patas, sirviendo por ejemplo como guardianes ante la presencia de osos polares. Casi siempre. “Colocábamos a los perros de forma estratégica para alertarnos de la presencia de osos. Uno de ellos, Polynia, hacía las veces de guardia móvil, caminando suelta por el campamento. Una mañana descubrimos que durante la noche lo que prefería era dormir tranquilamente en el vestíbulo de nuestra tienda. No fue la mejor elección como perro guardián”, bromea la pareja.

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Durante su periplo, el contacto con la cultura local ha sido vital y eficiente, reuniéndose con personajes que ya habitaban allí hace un cuarto de siglo, cuando los padres de Sarah dejaban su huella en Baffin. Una de ellas llevaba por nombre Qappik Attagutsiak, una mujer de 94 años que persiste viviendo de forma autosuficiente en una minúscula cabaña de Arctic Bay. Así lo contaba Sarah. “Su casa no mide más que unos metros, sobrevive cocinando y calentandos con solo un pequeño quemador de aceite. Los Qappik son los ancianos más tradicionales que viven en el Ártico que yo haya conocido, sin embargo rebosaba energía y constantemente mostraba una enorme sonrisa que, realmente, era capaz de atravesarte los ojos”.

Viajar es siempre una lección. Y si a la experiencia le añades perros leales y ancianos sabios el poso sólo puede suponer una cosa: ir pensando en la siguiente aventura.

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Web de la expedición: www.wayofthenorth.com