Consejos de seguridad para trekking en la costa

Si todas las costas fueran “playa y toalla", sería todo más seguro… Pero algunas costas pueden convertirse en un verdadero peligro y hasta una playa de arena con el mar embravecido puede ponerte en apuros.

Jaime Barrallo

Consejos de seguridad para trekking en la costa
Consejos de seguridad para trekking en la costa

Como siempre, lo primero es prevenir. No habría que mencionar que, para cualquier actividad que se realice en una costa no civilizada, hay que saber nadar con soltura y ser capaz de hacerlo en el mar y con olas. Desde el senderista al kayakista, pasando por un montón de actividades, incluso profesionales,  como los mariscadores, se debe tener soltura en el agua y el fondo suficiente para nadar una distancia larga en medio del oleaje si fuera necesario.

EL EQUIPO ADECUADO

Llevar el equipo adecuado si hacemos trekking en la costa o cerca del mar es otro punto fundamental. Es evidente que no podemos llevar un traje de neopreno, un traje seco de kayak o un chaleco salvavidas para andar por una playa, pero no sería tan exagerado cuando seguimos itinerarios por zonas rocosas, sobre todo con fuertes mareas. A la menor posibilidad de acabar en el agua, deberíamos llevar un calzado y una ropa que nos permitiera nadar y, si llevamos mochila, no estaría de más que las cosas importantes fueran en una bolsa estanca (esto aumentaría la flotabilidad de la mochila). Algunas piezas de poliespán fijadas a las correas laterales también convierten la mochila en un salvavidas.

Los que ven la costa desde el mar (kayakistas, surfistas, etc.) tienen el inconveniente de que, o ya están mojados, o pueden pasar a estarlo rápidamente. Para los que hacen snorkel la clave es llevar neopreno: el grosor del mismo dependerá de la temperatura del agua.

En un kayak la equipación depende de las condiciones: en una travesía difícil hay que llevar una pala de repuesto, bombas de achique, cubrebañeras y una vestimenta acorde con la temperatura (esto incluye desde una camiseta a un traje seco, y siempre cubrir la cabeza tanto del sol como del frío); el chaleco debe estar asociado al kayak tanto como la pala, sea cual sea la duración y la dificultad del recorrido. Si van varios kayaks llevar bolsas con cuerda de rescate es igualmente necesario.

Los surfistas, tanto de tabla pura y dura como con vela o cometa, no suelen llevar nada encima salvo el neopreno, aunque llevar una pequeña riñonera con algunos elementos de emergencia, en algún contenedor estanco, no estaría de más según en qué zona.

SI LLEGA LA EMERGENCIA

Cuando las cosas se tuercen, cuando el kayak vuelca, me enredo en un sedal  cuando hacia apnea, las olas me han bloqueado en una cala minúscula y que va a  tapar pronto la marea… podemos decir que estamos ya en una emergencia, que será inocua o muy grave dependiendo de cómo se sepa reaccionar y, claro, de la suerte. Citaré los casos más comunes y trataré de dar una solución que siempre es relativa y repito en gran medida depende de la suerte.

Con el agua al cuello

Un trago de agua de mar, sin quererlo, es desagradable, y lo que viene después seguro peor. Normalmente cuando uno se ve en el mar sin consentimiento propio, éste suele estar bravo, y las olas pueden ser un serio problema, aunque es más fácil de llevar si te lanzan a una playa o simplemente te zaran­dean, a si te van a estampar contra las rocas. Las olas que rompen en una playa como mucho te darán un revolcón o, sin son muy grandes y rompen lejos de donde haces pie, te sumergirán (aunque el flujo de agua ten­derá a sacarte, y si guardas la calma y tienes una mínima capacidad de apnea la cosa aca­bará bien). Cuando las olas actúan lejos de costa te harán bailar un poco, pero tendrían que ser verdaderamente grandes para darte un susto. Si las olas son superiores a los dos metros ya puedes empezar a preocuparte.

Fuera de los acantilados, la maniobra para kayak y similares es volver a subir a la em­barcación, solo o con ayuda de otros. De no poder habría que nadar a tierra o ser arrastra­do por un compañero agarrándose a la popa su embarcación. Si vamos con aletas o nadan­do, habrá que volver a tierra como se pueda, se puede nadar con olas grandes de dos me­tros, incluso algo más, con un equipo ligero.

Kayak en la costa

Tratar de salir en una costa rocosa es di­fícil, a veces incluso sin olas. Es preferible, si no es urgente y podemos nadar, buscar un sitio mejor: una playita aislada entre acantila­dos valdrá para recuperar el tipo, pero tener que escalar después no sería un buen negocio. Cerca de acantilados la cosa es más seria… Si estás flotando, un acantilado o una simple roca, a pocos metros de tu cara, significa que el desastre está a “cero coma” de producirse. El impacto contra un roca no solo puede lesionarte, si te deja sin conocimiento de ahí a ahogarte hay un paso. Hay que evitar este supuesto a toda costa. A los surferos no se les ha perdido nada en una costa rocosa, a los kayakistas, aunque tengan que costear por zonas de roca, no le es imprescindible acercarse. Los que se mueven con aletas son candidatos fijos a contactos no deseados con roca. No os “enredéis” con un oleaje que no permita mantener la distancia de seguridad. En cualquier caso, un neopreno puede evitar ciertas heridas por fricción.

Para aquellos que ven la costa desde el ex­terior, se debe extremar la precaución con las olas que invaden la costa. Para quien tra­baja recogiendo “frutos del mar”, es normal haciéndolo entre batir de olas: renunciar al sueldo es algo que se piensa mucho, pero no poder volver al mar también es algo a consi­derar. En ambos casos un casco supone una gran ventaja.

La técnica que deberíamos aplicar en caso de vernos potencialmente estrellados contra las rocas es tratar de esquivar la roca más inminente hacia los lados cuando aún queden unos metros para el impacto. Cuando ya estemos cerca, si todo falla, debemos tratar de poner los pies por delante, en posición de sentado, impulsándonos para atrás cuando estos toquen la roca. Esto puede parecer fácil, pero con olas muy fuertes adoptar una posi­ción o nadar puede ser realmente difícil.

Para ayudar a otra persona lo mejor sería lanzar una cuerda de rescate de kayak (va me­tida en una bolsa y se despliega al lanzarla). Lanzar la cuerda en la vertical del accidenta­do no sería muy seguro ni para el rescatador ni para el rescatado; desde un lado o desde atrás (rescate con embarcación )sería bas­tante mejor.

Arrastrados por la corriente

Aunque no haya olas, ser arrastrado mar a dentro por una corriente o una fuerte bajada de marea, tampoco es una minucia. Las co­rrientes son más imprevisibles si se compor­tan como en un río, es decir, sólo si afectan una zona. Lo que procede es simple: tirar a fa­vor de la corriente y salirnos por un lateral. Si navegas en kayak puedes meterte en una zona de corriente que no esperabas o una bajada de marea que te pille en el mar. Aunque es grave derivar en un kayak siempre es más fácil a que te pille nadando. Tanto si nadas como si haces snorkel, es vital controlar los flujos de ma­reas y las corrientes locales. Muchas veces es tan fácil como entrar desde la playa donde aún no te cubre y hacer un ensayo: si el mar te arrastra te será fácil volver a donde haces pie y dejar el remojo para otro día. No hay que confundir el reflujo normal de las olas, que se detiene fuera de la zona donde rompen, con la llamada resaca o una bajada de marea. Algo que flote es un indicativo inmejorable, basta con ver si se detiene o sigue mar adentro.

Una vez arrastrado la única ayuda en mu­chos casos sería exterior. Levantar la mano o un remo se entiende como petición de ayuda. En un kayak o una tabla llevar bengalas o un espejo de señales nos podría librar de un apu­ro. Un localizador vía satélite o u simple móvil también; en la costa suele haber cobertura en los sitios civilizados.