Siberia, Groenlandia y Svalbard. Que nuestro planeta está sufriendo cambios es algo innegable. Paco Acedo, buceador y explorador de entornos polares, quiere poner su granito de arena en nuestra concienciación sobre la necesidad de preservar el mundo helado. No es solo una cuestión ambiental, también lo es humana.
Introducción
Reconocidos científicos de todo el mundo afirman que nuestro planeta sufre en la actualidad uno de los mayores impactos medioambientales originados directa o indirectamente por el ser humano, cuya consecuencia es el indiscutible calentamiento global de la Tierra; pero, ¿cuántos somos los que realmente nos sentimos responsables de esta situación? El no ver de forma directa el impacto originado por el hombre en determinados lugares del planeta nos hace permanecer ajenos a esta realidad. A través de una emocionante expedición alrededor del Círculo Polar Ártico, siguiendo las rutas de los primeros exploradores, pudimos alcanzar algunos de los lugares más remotos e inhóspitos del planeta, sorteando las dificultades del cambiante océano helado y hacer del lector testigo directo de una situación innegable: el deshielo del planeta.
El objetivo principal de la expedición fue llevar a cabo un estudio medioambiental sobre el deshielo estudiando su repercusión en la vida de los habitantes del Círculo Polar, dando voz a los que al vivir en un lugar tan remoto y olvidado, no pueden expresarse ni contarnos cómo sobreviven a lo que nosotros, los pobladores del sur, hemos llamado “el calentamiento global”. Deporte, aventura, naturaleza, el contacto con lejanos pueblos y culturas, la exploración de los fondos marinos, y sobre todo, la pasión por nuestro planeta, nos llevaron a apostar por esta aventura única, que nos permitió hacer llegar a las nuevas generaciones “un mensaje”, despertando a través del deporte y la aventura, el espíritu de superación y la conciencia por salvaguardar nuestro mundo.
No es fácil sacar unas conclusiones definitivas sobre el problema, pues posiblemente, hasta dentro de cien o doscientos años no sabremos si lo que está ocurriendo es parte de un ciclo natural del planeta o es algo definitivo. De lo que no hay duda es que está ocurriendo, y el ser humano lo está llevando a un extremo peligrosamente irreversible. Sin ir más lejos, año tras año vemos cómo el otoño y la primavera desaparecen de las estaciones, siendo los cambios más bruscos y extremos.
Casi por inercia, caemos en el error de hacer responsables a los gobiernos, a los políticos o a las naciones más potentes. Pero personalmente pienso que el problema de base es la naturaleza egoísta del ser humano. Si no somos capaces de pensar en el futuro o en las generaciones de nuestra propia descendencia que vendrán, mucho menos vamos a mirar por los pobladores del Ártico que son los que lo sufren en el momento presente. Si cada uno de nosotros pudiese pasar tan sólo unos días en el maravilloso mundo blanco del Ártico, creo que las cosas cambiarían, pues por desgracia, casi siempre hay que “ver para creer”.
Con el documental que espero sacar pronto a la luz, pretendo hacer “Testigos del Deshielo” a las personas que viven ajenas a esta realidad. Ocasionalmente la televisión nos acerca una visión más “científica” pero menos “humana” de este problema, y creo que con las entrevistas e impresiones filmadas para el documental, en especial de la población Inuit, todos nos sensibilizaremos un poco más con esta realidad. Por otro lado, y con el mismo objetivo, comencé una serie de conferencias a nivel nacional presentando esta aventura y haciendo llegar a todo el que quiera escuchar, la realidad del deshielo en el Ártico.
Nuestra expedición se dividió en tres etapas: la primera se desarrolló en uno de los mares helados más grandes del planeta , el “White Sea” (Mar Blanco), situado al noroeste de Rusia. El buceo bajo este mar de hielo a temperaturas de -30°C en el exterior, hace que sea una de las actividades subacuáticas más extremas y peligrosas, añadiendo la dificultad y el riesgo de quedar atrapado bajo el agua en caso de perder el agujero abierto en el hielo como entrada. La segunda etapa nos llevaría a Groenlandia, en una travesía polar cuya meta fue llegar hasta los últimos asentamientos Inuit recorriendo 200 km de la misma forma que lo hacían los primeros exploradores, combinando esquís y trineo de perros. Para concluir, nuestros últimos pasos serían por Svalbard y las islas más septentrionales del planeta, antiguamente conocidas como Spitsbergen, a tan sólo 1.309 km del mismísimo Polo Norte. Navegando a bordo de un rompehielos oceanográfico y buceando alrededor de todo el archipiélago, estudiamos la población de morsas y osos polares, pues es aquí donde más población de osos hay en todo el planeta.
Introducción
SIBERIA
Para un buceador con espíritu de explorador, el planeta “agua” tiene infinidad de alicientes. Muchos son los lugares en los que me he sumergido en mi vida. En algunos buscando grandes criaturas submarinas, en otros buscando enormes y misteriosos pecios, en otros buscando coloridos arrecifes...pero, sin duda en todas mis expediciones alrededor del mundo buscaba lo mismo...SENTIR.
Sentir este maravilloso planeta en primera persona. Vivirlo por mí mismo. No dejar que me lo cuenten. El mundo submarino es un buen lugar para encontrarse con uno mismo... Realmente Rusia es un país que nunca me ha llamado la atención, pero aquí estoy. El mundo del hielo me cautivó no hace mucho buceando en la Antártida y desde entonces el Ártico ha rondado por mi cabeza. Por otro lado, la inquietud personal de llevar Córdoba a los lugares más remotos del planeta y de poner mi grano de arena en la lucha contra el calentamiento global me llevó a desarrollar un estudio medioambiental sobre este tema junto con la Universidad de Córdoba. Los auténticos viajes son los viajes duros, en los que la comodidad y el lujo no forman parte del plan. Eliminar este tipo barreras “turísticas” es la mejor forma de percibir la realidad de los lugares y sus gentes.La expedición “Testigos del Deshielo” mantiene ese espíritu de aventura que llevó a los primeros exploradores a dar su vida por descubrir lo que nunca nadie había descubierto.
Llegar a Siberia no es fácil. Como todos los lugares a salvo del hombre, el “White Sea” se encuentra a muchos kilómetros de cualquier gran ciudad. En los primeros días de la expedición lo más importante es aclimatarse a las nuevas temperaturas que rondan los -17 ó -23 grados centígrados y a las que solo los rudos pobladores de Siberia están acostumbrados. El buceo en Siberia es de todo menos cómodo. Cualquier cosa que un buzo con cierta experiencia hace sin dificultad, en este entorno polar se complica en un 200%. El equipo es otro aspecto en el que uno tiene que ponerse al día para bucear en estas condiciones. Las técnicas en el buceo bajo hielo son bien diferentes, partiendo de la base de que necesitamos ir asegurados con un cabo a superficie donde un “tender” se encarga de velar por nuestra seguridad. Previamente a la inmersión hemos de buscar un lugar seguro en el que el grosor del hielo sea lo suficiente para abrir nuestra “Maina”, como se llama al orificio que abrimos en el hielo y por el que nos sumergimos.
Todo el estrés previo a la inmersión desaparece cuando nos hundimos. Tras unos primeros minutos en los que nuestro organismo se acomoda a las nuevas temperaturas, empezamos a disfrutar y mirar a todos los lugares. Impresionantes formas de hielo son ahora nuestro cielo, salpicado por millones de pequeñas burbujas atrapadas haciendo el papel de estrellas.
Estas aguas tan frías se caracterizan por una ausencia de vida bastante significativa. Pequeñas estrellas de mar, nudibranquios, y grandes algas habitan en el fondo, donde en pocas ocasiones aparece algún pez despistado. La misma situación ocurre en la Antártida, donde los grandes icebergs se arrastran por el fondo matando la poca vida que yace en él. Tras compartir largos días con los pobladores de esta región, todos coinciden en que el cambio climático es algo real. Ya desde hace años sus inviernos son mucho más fríos, los veranos mucho más cálidos y la primavera y el otoño simplemente desaparecieron. Todas estas nuevas condiciones
hacen que tanto los lugareños como la vida salvaje de Siberia modifiquen su ritmo de vida, adaptando sus desplazamientos o zonas de caza a lugares más propicios para ello.
La aventura, las sensaciones y el buceo extremo están asegurados en el “White Sea”.
SIBERIA
GROENLANDIA
Para un buceador con espíritu de explorador, la expedición “Testigos del deshielo” se encuentra en el ecuador de esta aventura. Groenlandia me acogió con los brazos abiertos. El frío extremo (-32 C), fiordos helados, osos polares, icebergs a la deriva y cazadores Inuit serían los protagonistas de esta aventura en los que el objetivo principal es conocer la realidad del deshielo y el calentamiento global.
En la expedición alrededor del Círculo Polar Ártico, la etapa de Groenlandia era la única en que, por la enorme complejidad de logística, no podría bucear, o al menos bucear de la forma que un buzo lo entiende, pues realmente sí buceé y bien profundo... En Groenlandia pude bucear la realidad del deshielo, en la vida de los Inuit, un duro pueblo con un pasado de cuatro siglos sobreviviendo al frío eterno y la oscuridad y el día sin fin. Antiguamente se les conocía como “Esquimales”, una palabra ofensiva para ellos, que en su idioma significa “el que come carne cruda”. En 1977 decidieron olvidar este feo nombre para llamarse “Inuit”, que significa “el humano, el pueblo”. Los Inuit se reparten alrededor de todo el Círculo Polar Ártico, ocupando partes de Alaska, Canadá, Groenlandia y Rusia. Un pueblo castigado en ocasiones por el frío y las duras condiciones de vida, y que le ha llevado a ser una de las poblaciones del planeta con mayor índice de suicidios incluso entre los más jóvenes.
Comencé la expedición metiéndome directamente “en la boca del lobo”, pues poco después de aterrizar en el aeropuerto y organizar la partida con mis guías, atravesamos un fiordo helado que nos llevó más de 8 horas de dura caminata arrastrando la “pulka”, que es una especie de trineo que se ata a la cintura y donde se coloca todo el material. El primer día y sobre todo, la primera noche en Groenlandia es una experiencia que golpea directamente el espíritu. Vivir en primera persona el mundo helado de las tierras del norte es algo para no olvidar jamás.
El frío y el oso polar eran nuestras mayores preocupaciones, pues es muy habitual encontrarse con el oso, al fin y al cabo estamos en su hogar. No son pocos los ataques a humanos, por lo que al salir de cualquier población es obligatorio llevar un rifle y disparar a matar en caso de ser amenazado por este bello pero peligroso animal. Afortunadamente durante mi expedición sólo vimos huellas r, y pensándolo bien, mejor así que tenerse que debatir entre disparar o no…
Durante toda la expedición me acompañó “Marious”, un cazador Inuit, que acompañado de un trineo y sus 12 perros ejercía de guía y protección ante el oso polar: sus perros estaban adiestrados para atacar al oso, ya que tanto el oso polar, como la foca y el buey almizclero son la base de la alimentación de estos cazadores y sus familias. A los pocos días de comenzar llegamos a un lugar muy especial… el borde de la banquisa, donde el suelo helado desaparece dejando lugar al agua y donde el mar abierto mece enormes icebergs a la deriva y oculta bellos seres submarinos. Belleza y drama se unieron cuando nuestro cazador divisó en el mar un grupo de focas que disfrutaban de un baño helado y a las cuales no dudó en disparar, pues era la única forma de alimentar a su familia. ¿Supervivencia? ¿crueldad?, sin duda en este lugar el tiempo transcurre de otra manera y pese a que se alimentan de ellos , el respeto por la naturaleza y cada animal cazado es algo muy presente en su cultura, pues ellos simplemente viven de lo que la naturaleza les proporciona. Jamás cazarían simplemente por disfrutar matando. En las dos semana que duró la expedición atravesamos poblados de cazadores Inuit, abandonados como consecuencia directa del deshielo, pues donde antes había hielo, ahora solo queda agua…
Las entrevistas que realicé a los Inuit sobre el calentamiento global no dejaban lugar a dudas. El deshielo es REAL. En pocos años estas gentes han visto cómo el hielo se retira, el paisaje cambia y no saben muy bien qué sucede ni cómo actuar, pues ellos, desde su planeta helado, nada pueden hacer, sólo luchar por sobrevivir y gritar pidiendo ayuda al resto del mundo a través de este artículo, como me pidieron que hiciese. Esta crónica no es simplemente un relato, es un mensaje del pueblo Inuit a todo aquel que sepa escuchar… sobre, o bajo el mar.
GROENLANDIA
SVALBARD
La tercera etapa me llevó a las islas mas al norte del planeta, antiguamente conocidas como Spitsbergen, a tan solo 1.309 km del mismísimo Polo Norte. Navegando a bordo de un rompehielos oceanográfico y buceando alrededor de todo el archipiélago, estudiamos la población de morsas y osos polares, ya que es aquí donde más población de osos hay de todo el planeta.
El archipiélago Svalbard está situado en el océano Glacial Ártico, al norte del continente europeo, que forma parte del Reino de Noruega. Se trata de las islas más al norte del planeta, que abarcan desde los 74º a 81º Norte y de los 10º a los 35º Este; forman la parte más septentrional de Noruega. Solamente tres de las islas están habitadas. El poblado más grande es Longyearbyen. Los primeros en pisar las costas de Svalbard fueron probablemente Vikingos o cazadores rusos. Por otro lado Longyearbyen es un lugar con un enorme simbolismo histórico, pues desde aquí partieron las primeras expediciones y los primeros exploradores en busca del Polo Norte. Las mayores dificultades a la hora de explorar Svalbard se encuentran en las zonas de fiordos, donde los expedicionarios progresamos sobre la banquisa, una capa de hielo sólido sobre las aguas marinas, que a menudo puede ser muy frágil, y que se mueve y rompe continuamente por efecto de las corrientes. También atravesamos glaciares agrietados asumiendo un enorme riesgo.
La navegación puede ser dificultosa en condiciones de niebla o ventisca, pero sobre todo se debe prestar atención a la presencia de osos polares. Estos animales, que pueden llegar a medir casi tres metros de largo y superar los 500 kilos, son totalmente carnívoros y pueden llegar a ser muy agresivos en sus encuentros con humanos. Permanentemente en busca de comida, la falta de visibilidad no es un problema para estos animales, que gozan de un olfato finísimo.
Las operaciones de buceo comenzaban pensando el objetivo de cada una de las inmersiones y planificando las mismas; Sin embargo, lo más importante de cada buceo era el “paseo en zodiac” inicial. No se trataba de dar un paseo turístico, sino de inspeccionar la zona para asegurarnos de que no había ningún oso polar por los alrededores. Pese a que el oso polar se mueve por tierra firme, es un gran nadador y apneista, y claro, teniendo en cuenta que se
podría decir que los buzos siempre llevamos puesto el “disfraz de foca”, sería una sorpresa bastante desagradable encontrarse frente a frente en el agua con este otro “buzo con garras”.
El Círculo Polar Ártico no sólo está lleno de hielo y nieve, también está lleno de historias... historias de vida y de muerte , de supervivencia y aventura, de conquistas y fracasos , y en especial, de soledad. Como todos sabemos, las cosas hoy día nada tienen que ver con hace cien años. Lo que hoy sería solo un pequeño accidente en medio de las frías aguas árticas, hace un siglo podría suponer quedar aislado y perdido durante años en una pequeña isla de hielo.
La expedición “Testigos del Deshielo” ha culminado su tercera etapa alrededor del Círculo Polar Ártico. Esta última etapa se ha desarrollado a bordo de un barco oceanográfico Noruego, desde el cual preparábamos todas las operaciones de buceo. Nuevamente realicé la expedición en solitario pero acompañado de guías locales que velaban por la seguridad y el éxito de la expedición. Hacer este tipo de expediciones en solitario no es fácil, pero no hay un mejor lugar para hacerlo de esta manera , pues aquí conviven en mágica armonía la soledad, el silencio y el frío. Pese a viajar solo, continuamente estuve rodeado de inmejorables compañeros de viaje... Enormes colonias de morsas, las focas del norte, icebergs a la deriva, zorros árticos, pero sobre todo, el impresionante oso polar. En cualquier momento, dentro o fuera del agua podemos encontrarnos con el oso, aunque es preferible no hacerlo, pues no todos los que lo han hecho han sobrevivido al encuentro con el enorme Rey del Norte. Dicho encuentro se hizo esperar, pero ocurrió. Hasta seis osos polares salieron a nuestro encuentro durante la expedición.
Nuevamente bucear bajo el hielo del Ártico y las enormes montañas de Svalbard me transportó a un mundo mágico bien diferente a “nuestro mundo”. La filmación del documental sobre la expedición ha sido todo un éxito. A Través de mis entrevistas, los pobladores del Ártico lanzaron ante la cámara un mensaje de S.O.S. contra el deshielo y el calentamiento global que pronto verá la luz. Este proyecto no termina en Svalbard, pues realmente comienza aquí. De una forma o de otra seguiré dando voz a los que por vivir “en otro mundo” no pueden expresarse, pues esa es mi mayor motivación.
SVALBARD
TESTIMONIOS DEL DESHIELO
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