Es una historia de montañismo que traspasó fronteras. Se trata de la trilogía llevada a cabo en solitario en invierno por Iván Ghirardini. El francés de origen italiano ascendió las tres legendarias caras norte de los Alpes: Matterhorn, Grandes Jorasses y Eiger. A finales de diciembre de 1977, este alpinista, que contaba con solo 24 años, se embarcó en la aventura. Su idea era tan simple como tremendamente difícil: escalar las tres famosas caras norte en tan solo tres meses, en invierno y en solitario.
La época del montañismo y los montañeros estaba empezando, intentando cambiar varias de las reglas no escritas sobre cómo escalar las montañas. Entre todo esto, Iván Ghirardini comenzó su particular “invierno” con el Matterhorn, subiendo por la ruta Schmidt el 21 de diciembre de 1977. Fue una jornada larga, de 9 horas en silencio total. La cumbre era un campamento protegido y dos días más tarde estaba de vuelta en Zermatt. El mismo contó que la parte final de la cara era especialmente delicada, con bloques de nieve que impedían la subida.
Llegamos así al 7 de enero de 1978. Tocaba el turno de la Croz Spur en Grandes Jorasses. Ghirardini lo recuerda así: “Mientras recuperaba una clavija, el filo del piolet se rompió en dos como resultado de del frío y de los golpes repetitivos. No tenía otro, pero sentía que nada debía pararme en ese momento. Escalé hacia una sección de rocas inestables y el 9 de enero conseguí llegar a la cumbre”. Fueron tres días de escalada por hielo, en invierno, con guantes de lana, botas, ropas de abrigo, capas térmicas… Llegó el mes de marzo y con él el último mes del invierno… y el momento de escalar la cara norte del Eiger. El cansancio comenzaba a hacer mella en Ghirardini, quien aunque se encontraba físicamente en forma, mentalmente estaba destrozado. Su mente necesitaba descansar, pues esta empresa era muy estresante y requería una gran fortaleza y pasión continuas.
La fatiga había comenzado a poner en, por, mientras que su cuerpo estaba en forma, su mente se necesita para descansar, el éxito en esta "nueva" empresa (en el momento de la trilogía de ciencia ficción) fue estresante, la fuerza mental necesaria, el empuje y la pasión. “La última parte fue especialmente dura. El viento soplaba de forma muy violenta durante toda la noche. El polvo de nieve me caía por la cara y estaba por todas partes. Y ahí estaba yo, sentado en una pequeña repisa tallada en hielo y colgando de dos clavijas… así era incapaz de dormir. Y estaba agotado, después de cuatro días de escalada extenuantes”- señala el italiano.