Con siete años, David Göttler, ya se embarcaba en pequeñas aventuras en los Alpes junto a su padre. Por eso es fácil entender que el concepto principal que transmite es el de vivir el sueño de una vida. Este alemán recio y menudo, guía de montaña en Chamonix, reparte su tiempo entre la capital mundial del alpinismo, vivir la paz del norte de España con su pareja, y llevar a cabo algunas de las actividades más osadas de la exploración moderna. En montañas conocidas, lo que incluye la cima de cinco ochomiles, ha dejado su marca con un estilo limpio, ágil e innegociable, lo que le llevaba por ejemplo a compartir el intento de hollar la cumbre del Nanga Parbat en invierno junto a Simone Moro. Ese envite fallido de establecer uno de los hitos pendientes del himalayismo, lejos de amilanar a David, le ha convencido para seguir buscando nuevos caminos en macizos de escaso tránsito como el de Minya Konga, en ese paraíso virgen de la aventura que es la cordillera de Sichuan, en China.
Coincidimos con David (1978) en la presentación de la nueva colección Summit Series de The North Face en Barcelona y no íbamos a dejar pasar la oportunidad de acercaros a este alpinista que responde a esa brillante conexión entre los conceptos más vanguardistas y los viejos sueños de las montañas que iluminaban los ojos de pioneros como Albert Frederick Mummery: "Cuando todo indica que por un lugar no se puede pasar, es necesario pasar. Se trata precisamente de eso".
David, ¿qué te parece la marcha actual del alpinismo?
Creo que hay dos direcciones muy diferenciadas: el noventa por ciento de la gente va a las mismas montañas como Everest o al Ama Dablam, suben y bajan, y consiguen su reto personal, pero le aportan poco al alpinismo. Luego hay una pequeña minoría que buscan la experiencia de la exploración, un estilo diferente, una dificultad nueva, evolucionando hacia conceptos más ligeros y rápidos, estudiando líneas que antes eran para un futuro al que estamos llegando, o dejando propuestas para las nuevas generaciones. Me gusta esta aproximación, hacer más con menos. Buscar lugares que ofrecen oportunidades increíbles como China donde se pueden hacer tantas cosas nuevas, hay tantos espacios sin tocar, todavía quedan muchas montañas por explroar, sin descubrir, lugares donde es posible hacer algo más que alpinismo. Todavía hoy pensamos que hay algunas metas imposibles, pero a la vez sabemos que algún día no lo serán.
Éste último es tu caso, ¿por qué has escogido esta forma de aproximarte a las montañas?
Quizá fue por mi padre. Vivíamos en Munich y todos los fines de semana me íbamos a la montaña. Allí aprendí a luchar conmigo mismo, con mis temores, a compartir la experiencia con amigos. Sólo seguí la progresión que me parecía lógica. Hacer algo hermoso dentro de nuestra disciplina, o probar una nueva manera de hacer las cosas. Encontrar desafíos personales y espirituales. Creo que sólo podía escoger ese camino tal y como entiendo la montaña y los sentimientos que me transmite. Sobre todo porque es necesario salir de nuestra zona de confort para crecer, y eso me encanta.
Además de tu padre, ¿quién te ha inspirado para descubrir esos nuevos límites?
Por supuesto he sido inspirado por mucha gente, como los ingleses Peter Boardman y Peter Tasker, lo qué hicieron y cómo, en el Changabang por ejemplo, es increíble; algo que no se ha podido volver a hacer. Lo ha intentado mucha gente, incluido yo, y hemos fracasado. La habilidad, el valor, el pensamiento para hacer actividades casi visionarias es algo que realmente te remueve por dentro.
Esa inspiración puede tener un doble filo.
¿Cómo manejas que haya gente que desee seguir vuestros pasos en actividades que entrañan un gran compromiso?
Para empezar tengo que hacerlo conmigo mismo como guía de montaña, así que trato de tenerlo en mente, por supuesto, sobre todo con la gente más joven, pues es bueno apoyarles e inspirarles para rebasar sus límites pero siempre tienen que volver a casa, esa es la clave. Además no es sólo cuestión de la dificultad de la actividad escogida: nos movemos en la montaña, un medio con riesgos, tanto para quien va a un ochomil como el que hace un trekking en Pirineos, así que creo que nuestra responsabilidad principal es transmitir el respeto por los lugares que visitamos. La gestión del riesgo es imprescindible y siempre hay que conocer los límites de uno e ir paso a paso.
Acabamos con una pregunta clásica: ¿cuál es tu sueño en la montaña?
Siempre es la siguiente expedición. Cumples un sueño y luchas por otro. Esta primavera me gustaría abrir una nueva ruta en el Shisha Pangma. Quizá también alguna espina se te queda clavada, como el Nanga Parbat en invierno, que no pudimos lograr Simone Moro, Emilio Previtali y yo. Ese es quizá el mayor reto que veo para mí, para mi exploración personal, que es algo imprescindible.